Ayer, con los Carnavales, volví a sentir la frescura de las fiestas callejeras. Son esas fiestas, como las de pueblos y ciudades, en las que la gente pone el ambiente en las aceras y el asfalto. Acontecimientos de personas, cuadrillas y alegría de gente de todo tipo de edades. No importa el ligar, el vestir bien o mal ni oler a la última fragancia de D&G. Aquí, lo importante es divertirse al ritmo de la música y el alcohol.
En mi opinión, es muy diferente a meterte, como todo el invierno, en discotecas grandes, donde una vez que has pagado la entrada, no te quedan más narices que quedarte. La música suele ser eso, música... Real, con instrumentos, no con un "Mac Book Pro 2020". Es tan diferente que incluso conoces gente sin necesidad de utilizar una red social, y es que sigo pensando que la mejor red social es la misma calle, llamadme antiguo.
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